…me quedé pensando el día de ayer, al ver como se comportaban jóvenes de ambos sexos, entre 15 y 17 años, bebiendo y fumando, con el auto estacionando al lado del parque de la Antigua Guatemala. Los improperios y sandeces, que se proferían unos a otros, a manera de saludo y la violencia con la que se relacionaban, me hizo pensar acerca de mi propia adolescencia, quizá fue igual de difícil, quizá el hecho de querer encajar y no lograrlo hacía que nos relacionaramos con esa violencia primitiva, así como una tribu, en busca de un mamut que cazar, por el hecho de demostrar que éramos más fuertes que los otros. Luego también pensé en las palabras de mis padres y la forma como ellos entendían la vida en ese momento, y que como me fueron encauzando desde niño hacia una vida fundada en los valores, y la corrección a tiempo, ya que tantas veces que se desvío mi criterio y con sus consejos y atenciones allí me trajeron de vuelta a la senda que hoy camino. Luego pensé, que quizá era muy dramático extrañar a Ubico, mientras buscaba dentro de mi racionalidad, ¿por qué lo había mencionado?. Sí ni siquiera lo conocí, y muy lejos de ser partidario de él o no. Quizá fue un acto reflejo de la mente, al recordar a los contemporáneos de mis abuelos, quienes decían que en el Tiempo de Ubico, todo era mejor. Había seguridad, los jóvenes trabajan y respetaban las reglas, los presos construían carreteras y no había necesidad de infringir la ley. Por un momento también pensé en aquella colección de cuentos «Extrañando a Kissinger», de Edgar Keret. Y luego también dije que debía escribir un cuento con el nombre de esta reseña. Me quedé pensando tanto tiempo, que cuando volví al parque de Antigua, los adolescentes ya habían partido. Me puse a pensar cual sería la reacción de la gente al leer el título «Extrañando a Ubico», quizá me llamarán retrograda, fascista y tantos descalificativos, sin siquiera leer lo que escribí, con artículos y opiniones incendiarias pedirán mi cabeza y me quemarán vivo, a la vieja usanza de la inquisición. Luego me reí, al saber que muy pocos lo leerán y de los que lean el título quizá el 1% lea lo que escribí, por lo que nuevamente guardé la idea en mi mente y regresé a casa. Esta mañana al estar trabajando en el taller de la casa, esta idea me seguía martillando las sienes y reflexioné mi idea. Tristemente me topé con la realidad de que aún existe en nuestro inconsciente colectivo guatemalteco la idea que un personaje del pasado era mejor, seguramente porque no habían tantas expectativas ni ideas progresistas ni igualitarias como ahora. La convención de los derechos universales del hombre, no había sido promulgada y los ancestros tuvieron que tragar con saliva lo que había. Asimismo, como la apatía que impera en todo el país de la eterna primavera, donde todos queremos que la situación cambie, pero ninguno estamos dispuestos a ceder ni sacrificarnos, estamos muy cómodos viendo desde nuestra mecedora viendo como se ha caído a pedazos el país y allí seguimos esperando que venga alguien más y lo haga, a su mejor entender y saber, de acuerdo a su visión y nosotros simplemente salir en la foto abrazados, porque la selección de fútbol asista a un mundial, o esperando que vuelva a venir Shakira y el Buki, es tan penosa la situación de la falta de liderazgo que si lanzamos a estos dos personajes para la presidencia del país, quedan por mayoría absoluta, al son de las caderas de la señorita colombiana. Por lo que se me hizo fácil pensar en tantas razones porque nuestro inconsciente colectivo aún extraña a esos gobiernos militares totalitaristas, quizá es cierto que habían «valores», aunque me atrevo a pensar que no era por convicción, sino por miedo. Quizá ese miedo aún impera en nuestra sociedad, y hoy por hoy, le tememos a los grupos de narcotraficantes, secuestradores, criminales y asesinos, que han desolado nuestro bello país. Aunque creo que lo más preocupante es que como sociedad, en pleno siglo xxi, donde existe una apertura social más grande, con los grandes avances tecnológicos de la ciencia, en Guatemala, no seamos capaces de crear un proyecto de nación, de ponernos de acuerdo que es lo que vamos a hacer con este pedazo de tierra donde nacimos y que muchos amamos y queremos que cambie. Así como que no es posible, que en lugar de avanzar para ser una sociedad más justa, equitativa, con igualdad de oportunidades para todos; estemos inmersos en una guerra contra la criminalidad, donde la sociedad civil ha tenido que tomar el rol del inexistente gobierno y defenderse como pueda. Cosa que deriva en varios factores, donde uno de ellos es la escasa difusión de los valores universales, lejos de cualquier credo, y cerca del humanismo, esos valores que han permitido a países desarrollados y otros bastante más adelantados que Guatemala en el rubro de la vía del desarrollo. Como lo son la honestidad, la integridad, el trabajo, el respeto. Y que lastimosamente, muchos de los jóvenes de hoy, que se ven inmersos en la transculturización cada vez más lacerante, no vean agradable tener respeto por si mismos, ni por otros, no vale la pena estudiar ni trabajar, porque un narcotraficante o bien un criminal, gana más dinero que alguien que es h0nesto, y lo más triste es que se le celebre y se le premie. Así como la falta de líderes que realmente representen a las personas, que quieran un cambio real, con una propuesta realista y que sobretodo la ejecuten, por lo que lastimosamente mientras siento cada una de mis falanges martillando el teclado, como queriendo despertar la apatía de mis compatriotas y cierro los ojos, negando con la cabeza, pienso que en Guatemala nuestro mayor problema es que vivimos «Extrañando a Ubico»…