Al mejor estilo de Samuel…

Estándar

…Beckett, absurdamente, esperando que llegue el momento perfectamente indicado, para proceder en el siguiente paso que debo de dar en el devenir de las situaciones cotidianas, tan simples y humanas como las relaciones humanas, esa relación con una mujer encantadora, una rubia preciosa de un poco más de 1.80 metros de alto, mirada oceánica, manos de algodón y labios de higo recién abierto; quizá ese tipo de relaciones idílicas que solamente ocurren en mis sueños, quizá por esa obsesión de tener todo de acuerdo a lo establecido dentro de mis cánones personales para relacionarme con eso que comúnmente se conoce como sociedad, como mundo, como lo real, quizá una extensión de mi propia realidad, quizá después de todo los límites que uno tiene, solamente existen dentro de la propia mente, de su realidad, inherentemente personal, sin más límites que los mismos que nosotros tenemos, ya sean programados por las normas bajo las que fuimos educados, además de esos que en el devenir de la vida hemos ido incorporando a la suma de complejos que nos acomplejan, quizá después de todo si existe cierta verdad, personal, obviamente, dentro de esa realidad íntima, en la cual he creado un universo, con dimensiones paralelas, las cuales emergen desde el vacío o la luz, a la manera más perfecta desde un Big Bang hasta un agujero negro, el cual en su conjunto presenta a las personas lo que soy y lo que quiero mostrar, quizá después de todo nada sea tan distante que la idea que uno cree tener de que es lo que las otras personas entienden de lo que es uno; quizá esta forma mía, esta manera de internarme por los laberintos de mi mente, son lo que me hacen parecerme más a un científico loco, muy bien caracterizado en una de las comedias de moda de la televisión, quizá después de todo creer que ser inteligente es sexy, es uno de los clichés que más me divierten, quizá también eso me aleja de las personas, esas barreras personales que he impuesto, quizá son lo que muy bien describió el maestro Beckett en su dramaturgia prima, la infinidad de veces enumerada, Esperando a Godot, quizá estos límites que me he planteado, lo que no me hace simplemente gozar de este momento, de estar aferrado a mis ideale, convicciones, sean los pilares del absurdo que muchas veces se ha vuelto la reticencia de mi persona a salir de esos límites y al final, la vida o bien la muerte, llegará y quizá me diga, Absurdo, quizá después de todo, si al dejar esta existencia tengo conciencia podré decir que viví bajo mis ideales, quizá pueriles, pero me sonreiré una vez más recordándola, perdiéndome en el océano de su mirada con una sonrisa pintada en mis labios…

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